sábado, 28 de mayo de 2022

Aplacando el ruido

Escribo prácticamente a diario. La parte de procesar información recibida, elaborarla en ideas estructuradas y ofrecerla en un formato adecuado para el consumo por su público objetivo la llevo engrasada. Últimamente, la mayor parte de esto lo hago en inglés, a cambio de dinero, y sobre asuntos en los que nunca pensé que podría llegar a tener tanto que decir. En cierto modo, esto es positivo. 

En otro, no tanto. Es cansado ser. A poco que se pretenda estar asomado ligeramente al mundo que transcurre mientras vivimos, lo hacemos permanentemente aferrados al pequeño y escarpado saliente rocoso de nuestra cotidianeidad en medio del torrente de rápidos turbulentos que supone la actualidad, el devenir, la Historia incluso a la que te despistes. Aunque te mantengas (cuerdo) a salvo en tu peñasquito, sigues estando empapado y expuesto a la siguiente crecida de la corriente. Rara vez da tiempo a secarse.

Se puede uno secar. Aunque se nos (me) olvide, tener la cabeza asomada a este pozal de mierda no deja de ser un acto enteramente voluntario. Hace casi diez años que vivo fuera de España, en dos países distintos, y mi inmersión en los charquitos de ambos países ha sido siempre un cómodo chapoteo superficial, como una lasca plana arrojada con extrema violencia contra ellos sin tener en cuenta que en algún momento habría que ir sumergiéndose, que la inercia se acaba. Podría prescindir de seguir la actualidad regional y nacional desde la perspectiva española e, incluso, de la internacional; como muchos adultos aparentemente funcionales pueden sin que les suponga demasiada traba a la hora de hacer sus vidas tan ricamente.

Podría, pero no puedo. Es y no es casualidad que esté componiendo este texto después de todos los cambios a los que nos hemos visto sometidos este último par de años, aunque algunas de las ideas ya estaba ahí, porque son muchos años de vivir así como de lejos. 

Así que voy a intentar desempolvar la herramienta que más me ha ayudado en general a amortiguar el rugido de esos torrentes que amenazan con furia arrastrarme garganta abajo. Asumir el ejercicio de componer mis ideas en una forma que puedan desencriptar y otros (normalmente, mi yo futuro). Y volver a escribir en este canal, que requiere un poco más de paciencia, de doma, y encauza las aguas. Aplacando el ruido.